15 de julio de 2012

Vicente Martín y Soler, un genio musical valenciano en las Cortes de Nápoles, Viena y Moscú.



Del gran músico valenciano Vicente Martín y Soler sabemos muy poco en sus primeros años de vida, apenas que entre los seis y los quince años fue niño cantor en la catedral de una Valencia en la que había nacido en 1754. También se sabe que cuando tenía veintiun años, en 1775, se estrenó en el palacio de la Granja de San Ildefonso su ópera Il tutore burlato. Es a partir de 1777, año en el que llega a Nápoles con el apoyo del Príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV, cuando sabemos más de él. Con buenos contactos en la corte, comenzó a escribir óperas y ballets con Charles Lepicq, uno de los coreógrafos más reputados de aquel momento. El apoyo real era total y hasta en dos ocasiones intervino el rey de Nápoles en su favor por varias deudas, una de las cuales le había incluso llevado a prisión. Martín y Soler, por su parte, llegó a invitar al monarca Fernando IV a participar en uno de los conciertos más espectaculares jamás celebrados. El 20 de julio de 1778, al aire libre, junto al puerto napolitano de Mergellina, se unieron una orquesta y veinte cañones. En aquella sinfonía estrepitosa, los cañones habían de ser disparados en salvas, siendo Fernando IV y el príncipe de Butera dos de los artilleros.
Pero fueron los años vieneses (1785-1788) el periodo dorado en la vida de Martín y Soler ya que no tardó en ganarse el favor del público austriaco pues las óperas de Martín y Soler eran consideradas por el gran público poco menos que perfectas. Y es que un 17 de Noviembre de 1786 fue noche de estreno en el Teatro de la Corte vienesa. El emperador José II, famoso aficionado a la ópera, estaba por supuesto entre el público. En cartel, la ópera Una cosa rara, ossia Belleza ed Onestà, compuesta por nuestro músico ya conocido en los ambientes musicales como Martini lo Spagnuolo, y con libreto del veneciano Lorenzo da Ponte. Este fue sin duda su éxito más demoledor. En la Viena de Mozart, Vicente Martín y Soler fue el preferido del público, empezando por el emperador José II. Da Ponte, que también trabajó con Mozart, ponía a los dos a la misma altura y por encima de todos los demás músicos instalados en Viena. Incluso el mismo Mozart reconoció su genio ya que había muy buena relación entre ellos. Por su carácter parecido, compartieron libretista con el genio veneciano Lorenzo Da Ponte, Mozart llegó a homenajear al español en Don Giovanni al incluir un fragmento de “Una cosa rara” en un momento en que los protagonistas están escuchando las melodías de éxito del momento. No es extraño por tanto que en 1787 el valenciano fuera el segundo autor más representado en el Teatro de la Corte vienesa, sólo superado por Giovianni Paisiello. Dos años después, en 1789, Martín y Soler se consagraba como el compositor con más funciones en ese teatro, con cuarenta y dos representaciones, seguido de Antonio Salieri con veintiocho y Mozart con once. Sus composiciones incluyen más de treinta óperas y una veintena de ballets.
En el momento álgido de su carrera, tras los éxitos de Una cosa rara y su siguiente ópera, L'arbore di Diana, Martín y Soler recibió una de las distinciones más elevadas que podía recibir un compositor de la época: ser nombrado compositor de corte de la zarina Catalina II. Tras ello, marchó a San Petersburgo en 1788 y la acogida fue espectacular, pero lentamente, y sobre todo tras la muerte de Catalina en 1796, su estrella comenzó a declinar. Pasó por Londres y volvió a Rusia, donde terminó dedicado a la enseñanza. Mujeriego impenitente, se había casado muy joven con la cantante Olivia Masini. Tuvo un hijo, Federico, que hizo carrera como pianista en Rusia con cierto éxito, aunque nunca como el padre. Vicente Martín y Soler murió en San Petersburgo el 30 de enero de 1806 de una fiebre catarral. Aquel triunfador valenciano, sin embargo, acabó olvidado, tanto en Nápoles, en Austria, en Rusia y en España.