El origen social y religioso de los altares devocionales callejeros en Valencia hay que buscarlo en la Edad Media. En esa etapa surgió la costumbre de colocar en las calles altares con santos esculpidos a los que la gente veneraba y daba culto y pedían protección frente a todo tipo de calamidades. Los altares en la ciudad de Valencia ocupaban gran parte de la calzada y, como impedían o enturbiaban el paso de carros y carruajes, se decidió prohibir la edificación de altares en las calles y plazas y se fueron sustituyendo por unos cuadros cerámicos que alcanzarán una gran difusión en pleno periodo barroco. Parte de ello se debió a que, a diferencia de los altares con esculturas de santos, los cuadros cerámicos no ocupaban mucho espacio, podían estar a la intemperie y eran más baratos y accesibles. Normalmente eran los vecinos quienes sufragaban los costes de los azulejos y pequeños altarcillos y se agrupaban en “concordias” que se procuraban de su cuidado y limpieza. Cuando a partir de la segunda mitad del siglo XVIII los talleres de la ciudad de Valencia se convierten en los máximos productores de cerámica en España las imágenes se nutren de las pinturas, grabados, litografías o estampas como fuentes iconográficas.
Las puertas de la muralla medieval eran lugares idóneos para colocar imágenes a los que la ciudad se acogía. Así desde el S.XIV la puerta de la Trinidad mostraba un retablo de la Virgen. En 1457 se puso un retablo pintado por Jaime Fillo en la Puerta del Real con la imagen de la Virgen María. En la Puerta del Mar se instalaron varios retablos y altares. En 1429 ya tenemos la primera referencia de un retablo de la Mare de Déu y en 1475 se coloca en esta puerta, como en las de Quart, Serranos y San Vicent, un retablo del Santo Ángel Custodio de Valencia. En la puerta de los Judíos, situada junto a la calle Colón, había un retablo pintado en 1439 por Berenguer Mateu. También, en el Portal de Russafa, se cita una imagen de la Virgen realizado por Pere Albores en 1483. En la plaza de San Agustín estaba situada la puerta de San Vicente en la que se instala en 1577 la imagen de San Vicente Ferrer con una espada en la mano derecha y apoyando la izquierda sobre el escudo de la ciudad. En el año 1681, se instaló en la parte interior de la puerta, la imagen de San Vicente Mártir. Estas dos estatuas perduraron hasta 1865 en que fueron derribadas las murallas que rodeaban la ciudad. En el Portal de Torrent o Portal dels Inocents, así llamado por estar situado junto al antiguo Hospital y primer manicomio, en 1435 existía un pequeño retablo con diversos santos y santas. En la siguiente puerta, la llamada del Coixo o de Setse Claus, se encontraba un retablo de Bernat Vilaux de 1380. Frente al puente de San José, estaba el Portal Nou de Santa Creu porque en una de las torres se hallaba un retablo dedicado a la Santa Cruz y a Santa Elena. Pere Compte labraría años más tarde imagen de la Virgen para esta puerta. También hubo retablos en las Torres de Serranos y las de Quart, la imagen del Ángel Custodio y de la Virgen María. Pero el portal con mayor número de imágenes era el de la Valldigna, abertura esta en la muralla árabe, donde aparecían Nuestra Señora del Buen Sueño, la Encarnación, San Miguel y San Cristóbal. En la parte interna, la Santa Faz, la Virgen y San Juan Evangelista.
En una relación de 1805 realizada por Miguel Mendoza se citan los retablos que había en ese momento: Bajo la puerta de Quart, la Virgen de los Desamparados con Santo Tomás de Villanueva y San José amparando Valencia. En la puerta del Coixo de la Plaza de la Encarnación, la Virgen de la Leche, San Juan Bautista y San Juan Evangelista. Bajo el arco de la puerta de San Vicente estuvo la Inmaculada Concepción. En la puerta de Russafa, Nuestra Señora de los Desamparados y San Vicente Mártir. Finalmente, la retirada de los retablos se realizó en 1839 ya que la autoridad consideró un abuso la gran cantidad de festes de carrer que se celebraban para cada santo y que daban motivo a frecuentes algaradas así que ordenó la retirada de la mayoría de los retablos y altares para dejarlas como un testimonio de la historia.