22 de febrero de 2012

San Pedro Pascual, un gran santo valenciano comprometido con los desgraciados de su tiempo.


Una familia mozárabe originaria de Valencia y distinguida por su virtud y por sus muchos bienes de fortuna destacaba por sus numerosas obras de caridad y por emplear la mayor parte de sus rentas en mantener el convento del Santo Sepulcro de la ciudad, posterior Colegiata de San Bartolomé. Su casa era refugio de todos los necesitados y hospedería común de los religiosos que venían a redimir cautivos, especialmente de San Pedro Nolasco que fue el fundador de la Orden de la Merced. Habiendo tenido muchas dificultades para tener descendencia, el año de 1227 tuvieron un hijo en una casa contigua al Portal de Valldigna, que muestra una placa que recuerda su nacimiento, a quien pusieron el nombre de Pedro por devoción al santo fundador. Como habían rescatado a un sacerdote narbonés que después fue religioso de Nuestra Señora de la Merced y Obispo, le encargaron la educación y estudios de su hijo. Pedro empezó entonces con otros jóvenes de su edad pidiendo limosna para los cautivos enfermos y, estando la ciudad de Valencia convulsa por la próxima reconquista del rey cristiano Jaime I, la casa de sus padres fue asaltada por los moros que gobernaban el lugar.
Tras la conquista, San Pedro Nolasco, que conocía a esta devota familia, la presentó al rey D. Jaime. El rey ordenó entonces que sus padres enviasen a su hijo a estudiar a París y su Obispo, enamorado de su santidad y de sus talentos, le mandó que predicase el Evangelio en toda la extensión de su obispado. Fue compañero allí de estudios de San Buenaventura y de Santo Tomás de Aquino. Como estando en París murieron sus padres, dio poder a San Pedro Nolasco para que su patrimonio se repartiese entre huérfanos, encarcelados y cautivos. Al regresar a España en 1250 vistió el hábito de la nueva Orden de la Merced en el convento de Valencia. Se dice que sus superiores intentaban sin éxito moderar las duras humillaciones y penalidades que se profería. Marchó entonces a Barcelona para estudiar teología y predicaba logrando muchas conversiones por lo que el rey D. Jaime le encargó la educación de su hijo el infante D. Sancho que había abrazado el estado eclesiástico. Ya libre nuestro santo de este cometido, marchó a hacer una redención de cautivos cristianos en Granada y comprobó la crueldad con que se trataba a estos. Ya en el año 1262, el Papa Urbano IV le nombró obispo titular de Granada y aceptó el cargo con obediencia a pesar de su extremado rechazo a toda dignidad eclesiástica. En este tiempo fundó en aquella ciudad el convento de Santa Catalina, de su Orden, donde vivió después una vida pobre y humilde como religioso.
En Octubre del año 1275 quedó libre del gobierno de aquella diócesis pues se produjo una revuelta en que se asesinó a sacerdotes del lugar y se dedicó entonces a ir predicando por gran parte de España, Francia y Portugal defendiendo públicamente el misterio de la Inmaculada Concepción de la santísima Virgen. Estando todavía en Francia fue propuesto como Obispo de Jaén con aprobación del Papa Bonifacio VIII. Esta era una diócesis con muchos años de desgobierno y allí hizo un gran trabajo de evangelización. Llegado el año 1297 decidió viajar a Granada aunque aquello suponía un gran peligro y tuvo valor para emprender la conversión de los moros. Esto se calificó en aquellas circunstancias como un delito de estado y por ello le arrestaron y le encerraron en un calabozo. Cuando llegó a Jaén la noticia le fue enviada una gran suma de dinero para su rescate. Al recibirla, en lugar de emplearla en recobrar su libertad la utilizó en solicitar la libertad de una gran multitud de cautivos. Conocida por parte del pueblo musulmán de Granada la reclusión de Pedro en sus calabozos acudió tumultuariamente al palacio del Rey pidiendo la cabeza del santo misionero y el gobernante le sentenció a que le cortasen la cabeza. Se dice que la noche anterior a su ejecución celebró la Misa y fue martirizado el día 6 de Enero de 1300 teniendo setenta y tres años de edad. Apenas llegó a Jaén la noticia de su martirio pusieron su imagen de yeso sobre la puerta de la capilla del alcázar, dedicada desde su conquista a la Virgen de las Mercedes por el santo rey Don Fernando. Los Reyes Católicos, tras conquistar la ciudad de Granada, edificaron un templo en el lugar del martirio de nuestro santo y a él dedicado. Con el tiempo fue trasladado el santo cuerpo a la ciudad de Baeza, donde continúa en la actualidad en el altar mayor de su catedral. Entre sus obras literarias escribió un libro contra la religión de Mahoma, la llamada Biblia Parva, una glosa del Padrenuestro y una explicación de los Diez Mandamientos.
Por último, decir que no falta quien niega la historicidad de San Pedro Pascual basada en una identificación con otros personajes de aquel tiempo que compartían el nombre de Pedro. En suma, San Pedro Pascual se nos presenta como uno de los grandes santos valencianos y ejemplo de mercedario comprometido con los desgraciados de su tiempo.