La puerta de la Almoina de la Catedral de Valencia , portada románica, conserva hasta nueve marcas de canteros que coinciden en su totalidad con los signos de la iglesia de Foces en Ibieca (Huesca), lo que confirma el origen oscense de los artesanos que iniciaron la construcción de la portada románica de la Seo valenciana en el año 1262. Como sabemos es una de las tres puertas de la Seo junto con la de los "Apóstoles", gótica, y la barroca llamada "de los hierros". Estas marcas las realizaban los constructores en las piedras una vez talladas hasta el siglo XVI o XVII para así luego poder cobrar su trabajo .El escaso lapso de tiempo entre las dos obras hace pensar que los mismos canteros de Foces y Valencia fueron llamados por el mismo Eiximeno de Foces, intendente general del Reino de Valencia desde 1258. Aunque en este periodo el gótico era ya el prevalente , en esta zona de Huesca se dio un atisbo de renacer del arte románico que se trasladó también a Valencia. Algunos símbolos de la Almoina se encuentran asimismo en el recordatorio de la sacristía de la Catedral y en la escalera de acceso a las cubiertas de la girola, con lo que se deduce que las tres obras se realizaron próximas en el tiempo a partir del año 1262.
A las catorce caras que existen en la puerta se les considera los siete matrimonios repobladores cristianos de la ciudad. No obstante, pudieron ser también los primeros benefactores de la catedral que ayudaron a financiar la construcción inicial. En cualquier caso, se trata del primer retrato escultórico colectivo que puede verse en una puerta catedralicia mostrando de un modo magistral numerosas diferencias de gestos y facciones . Desde el S.XVI se extendió el mito fronterizo de 300 doncellas procedentes de Lérida, lugar de origen de algunos de los soldados que acompañaron a Jaume I en la entrada de la ciudad, para desposarse con los conquistadores y asegurar así el orden y la paz. Por otro lado, también ha revelado la existencia de un parteluz desaparecido de la portada románica de la catedral que fue retirado en 1599 para al parecer evitar la supuesta aglomeración de feligreses que se esperaba para el día 12 de diciembre, cuando una procesión acompañaría el cuerpo de San Mauro, mártir que fue enviado por el papa Clemente VIII al Arzobispo Juan de Ribera.